Si atendemos a la definición literal de teletrabajo como aquel que realizamos para una empresa, desde un lugar distinto a su sede física mediante un sistema de telecomunicación, desde el uso masivo del teléfono móvil, podríamos decir que una gran mayoría de la población activa ha hecho uso de él.
¿Cuáles son sus principales ventajas e inconvenientes?
Sin duda, el recurso del teletrabajo posibilita cuidar la salud pública en estos momentos, facilita la flexibilidad y la autonomía, así como la conciliación, lo que puede aportar una mayor satisfacción personal y una sensación de control que aumenta la motivación laboral. Esto puede ayudar directamente a la reducción del absentismo y al incremento de la productividad, e indirectamente a una reducción de tiempos y costes dedicados por ejemplo a los desplazamientos que revierten en una mayor comodidad, un mayor descanso o una dedicación laboral extra.
También el teletrabajo permite el acceso de colectivos y personas que por su funcionalidad, ubicación geográfica o elección vital tenían hasta ahora menos posibilidades de vincularse físicamente a una organización, pudiendo así contar con el talento necesario con muchas menos restricciones.
Por otro lado, la distancia física puede reducir la productividad, el sentido de pertenencia, así como la eficiencia del trabajo en equipo por esa falta de visibilidad del resto de personas y de lo que hacen cada día, de conocimiento personal y una mayor dificultad para organizarse y coordinarse. También la brecha digital existente entre los equipos así como la brecha de género, podrían generar mayores desigualdades con el teletrabajo si no se analizan y se establecen medidas para atenderlas. La sensación de aislamiento así como la dificultad de desconectar podrían ser otras desventajas.
¿Cuál es el impacto a nivel organizativo?
El impacto alcanza a todos los niveles organizativos. En primer lugar, al laboral, ya que si el teletrabajo se establece como una manera habitual de trabajo en la organización, deberá acompañarse de protocolos y acuerdos que establezcan las condiciones y formas de comunicarse, coordinarse, hacer seguimiento de la productividad y dedicación, y mantener la seguridad de la información necesarias para conseguir los objetivos establecidos sin perder de vista la competitividad.
En segundo lugar, al nivel digital: incorporar el teletrabajo implica por un lado modificar procedimientos de trabajo en procesos como la acogida, la selección, las reuniones o las creaciones, y por otro la formación en competencias digitales de los equipos y la adquisición de recursos tecnológicos.
En tercer lugar, a la comunicación, que deberá reforzarse para suplir la falta de contacto frecuente, así como la diversidad de canales y posibilidades que permitan llegar a todas las personas contemplando distintas modalidades, horarios y estilos.
En cuarto lugar, a la identificación y desarrollo de algunas competencias además de las digitales, como son: la responsabilidad para asumir los compromisos necesarios de un trabajo a distancia tanto en forma como en fondo; la gestión del tiempo, fundamental para organizarse y autoliderar la jornada laboral, y la iniciativa para suplir la supervisión del trabajo presencial, participando y aportando ideas y mejoras de manera continua.
¿Qué podemos hacer para abordar ese impacto?
La situación de pandemia ha precipitado y extendido el uso del teletrabajo a niveles impensables hasta hace poco tiempo. Toca ahora trabajar para establecer pautas y medidas que lo hagan sostenible y saludable, no solamente a nivel ergonómico (físico), sino a nivel organizativo (mental) y motivacional (emocional).
Para ello podemos poner en marcha las siguientes actuaciones:
- Una colaboración estrecha con nuestros proveedores de salud y digitales, para incluir todas sus recomendaciones en nuestros protocolos de prevención de riesgos y buen uso de los recursos fuera de la sede corporativa, informando y formando sobre ello a los equipos.
- Un refuerzo del papel de los mandos intermedios como soporte fundamental de los equipos en el día a día como facilitadores de pautas, formación y apoyo para la realización de la tareas y consecución de objetivos, así como para la consulta y contraste de políticas que se vayan estableciendo.
- Una combinación de actividades presenciales y a distancia incluyendo espacios que vayan más allá de los proyectos o la actividad organizativa, y que permitan el conocimiento del equipo, su reconocimiento y disfrute.
Se trata en definitiva de un cambio cultural importante para aquellas organizaciones que opten por un sistema híbrido, que acompañado de información, formación y compromiso mutuo podrá ir formando parte de su adn organizativo para afrontar la constante adaptación que los retos actuales requieren.