Debido a la situación excepcional que estamos atravesando por motivo de la crisis sanitaria, nos hemos visto envueltos en un escenario de estrés, preocupación, miedo, incertidumbre, impotencia,… acompañado de la incapacidad de continuar con nuestras vidas de la misma manera y sujetos a normas de distanciamiento y aislamiento nunca antes vividas para muchas/os de nosotras/os.
Esta nueva experiencia, ha afectado además a la convivencia en todos los ámbitos, generándose conflictos que requieren de una gestión adecuada que salvaguarde el bienestar de las personas.
Ante esta situación insólita de dificultad, conflicto y obstáculo la resiliencia se convierte en una herramienta indispensable; también y más allá de la propia supervivencia, los valores fundamentales en los que puede sustentarse como son la autoconciencia, la cooperación o la perseverancia se hacen fundamentales para marcar una diferencia a nivel cultural.
Más allá del momento presente, es cierto que la realidad en la que vivimos actualmente en esta sociedad se caracteriza por un nivel muy alto de actividad, de cambios y de individualidad. Zygmunt Bauman lo anticipó y explicó de una manera muy clara en sus distintas obras desde el año 2000 con su inicial Modernidad líquida. Así explica cómo esta realidad “líquida” consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas, a diferencia del pasado cuando la vida estaba diseñada específicamente para cada persona, quien tenía que seguir los patrones establecidos para tomar decisiones en su vida. En la modernidad las personas ya han conseguido desprenderse de los patrones y las estructuras, y cada persona crea su propio patrón para determinar sus decisiones y forma de vida. Así, todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado.
Así, esta realidad líquida angustia a las personas porque no carecen de nada fijo y duradero, viéndose sometidas a fuertes dosis de inestabilidad y al reto de construir sus propios paradigmas para manejarse en la vida. Todo lo anterior afecta sin duda a las interacciones, la convivencia y el nivel de cohesión social, y viceversa.
Las organizaciones no escapan a esta realidad, es más, se convierten en escenarios donde esa inestabilidad e inseguridad se representan y manifiestan, muchas veces de manera comprensible aunque inadecuada por su nivel de hostilidad y beligerancia.
No hay recetas para el éxito, sin embargo hay tres elementos que pueden ayudarnos a tener éxito en la gestión empresarial y organizativa.
Liderazgo
En primer lugar el liderazgo actual requiere de 3 competencias clave para responder a la gestión de la incertidumbre del contexto y la ansiedad que provoca en sus equipos, no sólo de manera puntual como puede ser el caso de esta crisis, sino de manera permanente y coherente con el análisis de la realidad social que los expertos/as comparten.
La primera de ellas es la anticipación a través de la recopilación de información relevante y contrastada, contactos posicionados e intuición basada en la experiencia. La segunda las creación y pertenencia a redes, más que nunca construir alianzas con expertos/as en las materias que nos son relevantes, colaboradores y clientes que desde distintos puntos de vista nos pueden dar luz. Y en tercer lugar y fundamental, el aguante entendido como la fortaleza mental y física, y desde luego financiera, para mantenernos a flote cuando el esfuerzo es muy elevado y constante.
Dirección del cambio.
En segundo lugar, la gestión del cambio requiere de 3 aspectos clave para ayudar a la transformación necesaria, constructiva y sostenible en las organizaciones. El primer aspecto clave sería colocar al cliente en el centro ante cualquier tentación de colocar a nuestros egos, dificultades o incluso al virus como eje sobre el vertebra todo nuestro trabajo. El segundo aspecto clave sería contar con una Dirección diversa y unida que a modo de malla sea capaz de recoger todas las inquietudes y puntos de vista, al mismo tiempo que impulsar al equipo en la dirección necesaria. El tercer aspecto fundamental para una gestión exitosa del cambio sería mantener una relación cercana y de apoyo con la plantilla, con el objetivo de tener información que nos ayude a tomar las decisiones más eficaces, eficientes y efectivas.
Discurso que ilusione, aglutine e impulse.
En tercer lugar, la generación de un discurso coherente, consistente y cercano, que permita dar dirección y confianza al equipo para continuar en un escenario incierto y cambiante. La coherencia del discurso la avalará el modelo de estilo directivo, un estilo que sea capaz de aferrarse a los valores organizativos fundamentales incluso en las situaciones más complejas. La consistencia vendrá avalada por los hechos y la fiabilidad de que lo que se dice se cumplirá. La cercanía vendrá sustentada en el reconocimiento genuino de todas las personas que conforman la organización, generando así la confianza necesaria para aguantar, sostenerse y superar las dificultades juntos/as.
En estos momentos de salida de la crisis sanitaria, el nuevo paradigma de la corresponsabilidad de empresa y plantilla en el éxito del proyecto empresarial nos exige sin duda ponerle imaginación y esfuerzo paradedicarle unos momentos a poner en marcha estas y otras medidas innovadoras teniendo en cuenta todas las herramientas y posibilidades jurídicas, organizativas y de gestión de personas.
Sin duda nos encontramos ante un proceso de transformación organizativa en el que es imprescindible que se construya un sentimiento de pertenencia a un proyecto común, asumido por todos los miembros de la empresa a través de la interiorización de actitudes positivas y de comportamientos favorables hacia ese proyecto.