En los últimos años la participación se ha erigido como un componente esencial en el desarrollo de las políticas públicas, especialmente, en lo relacionado a su diseño y planificación de las mismas. Es indudable que dicha participación acerca a la ciudadanía a la toma de decisiones, posibilitando además que estas respondan a las necesidades, deseos y/o expectativas reales de la sociedad, legitimando socialmente las políticas públicas y facilitando la implicación comunitaria en su ejecución, lo que posibilita amplificar su impacto.
Sin embargo, el auge de la participación no se ha debido tanto a un interés genuino por parte de las instituciones de democratizar el poder y conectar mejor con la ciudadanía. Sino a una necesidad de incorporar la inteligencia colectiva a la elaboración de diagnósticos, la planificación de las políticas públicas y a asegurar la legitimación social de las mismas ante desafíos y entornos cada vez más complejos y cambiantes.
Si bien esta motivación es muy válida, ha conllevado determinadas disfuncionalidades en la gestión de la participación que disminuyen su eficacia y, en ocasiones, acaban provocando que los procesos participativos sean incluso contraproducentes. A continuación, analizamos 6 cuestiones muy importantes a tener en cuenta en los procesos participativos y qué tener en cuenta para evitar que se convierta en una herramienta poco práctica y desaprovechada.
Elementos a tener en cuenta en los procesos participativos.
#1- ¿Quién participa en los procesos de participación?
La necesaria representatividad real de la sociedad para asegurar la diversidad.
Los procesos participativos, en general, son procesos abiertos en los que se pretende incorporar la visión de la ciudadanía a la toma de decisiones. Sin embargo, como todo tipo de metodología se debe tener en cuenta que tiene sus limitaciones.
La manera de acometer dichos procesos habitualmente no tiene en cuenta una representatividad real de la sociedad (como sí se tiene, por ejemplo, en el diseño de la muestra de una encuesta para que se considere representativa). Por el contrario, como la capacidad de lograr y gestionar participación es limitada, se cuenta con organizaciones de la sociedad civil como representativas de determinados colectivos, se abre a la participación voluntaria de la sociedad civil en general, o se identifica de una manera subjetiva qué personas son más adecuadas para participar en los mismos.
Cualquiera de esos métodos implica que no se puede asegurar que las opiniones y propuestas que surgen en el proceso sean representativas del conjunto de la sociedad e implica asumir que pueden tener sesgos de mayor o menor intensidad. Ello no implica que sus resultados no sean de gran valor, ni que el proceso no sea válido, pero obliga a tratar de complementar dichos procesos con análisis estadísticos y cuantitativos objetivables, y, en cualquier caso, a interpretar los resultados de dicho proceso teniendo en cuenta sus limitaciones.
#2- Los objetivos del proceso participativo tienen que estar recogidos en el planteamiento y desarrollo metodológico
En ocasiones, esperamos que acometer un proceso participativo muy amplio implica mejorar un determinado proceso (Diseño, planificación, ejecución o evaluación) de las políticas públicas.
Sin embargo, la calidad del proceso no depende tanto del número de personas participantes, sino de establecer de manera clara los objetivos que se quieren extraer del proceso (pueden ir desde querer dar un espacio a la ciudadanía para que puedan visibilizar su opinión hasta tratar de entender y profundizar en el análisis de determinadas dinámicas sociales o tratar de encontrar soluciones innovadoras ante un reto identificado) y desarrollar una metodología adecuada a los mismos.
De esta manera, determinados objetivos como aprovechar el conocimiento social para contribuir a la elaboración de un Plan de impulso a las energías renovables requerirán una participación de personas con perfiles más técnicos o expertos. Lo que llevará ,a su vez, a plantear un proceso de menor implicación de la sociedad en general pero con metodologías que recopilen y analicen de manera pormenorizada la información de agentes clave identificados a tal efecto en una fase relativamente temprana del proceso.
Sin embargo, si el objetivo es generar un plan de desarrollo local o territorial a medio y largo plazo, el proceso participativo deberá asegurarse de incorporar las distintas perspectivas de la sociedad local. Ello implicará identificar primero las diferentes comunidades o grupos sociales en relación a la temática en cuestión, para después asegurarse de incorporar su participación a lo largo de todo el proceso, buscando un consenso en su elaboración que redunde en una validación final del plan por una amplia mayoría de la ciudadanía, lo que facilitará su vigencia a medio y largo plazo.
#3- Asunción de la responsabilidad en la toma de decisiones
Quizá este punto sea controvertido, pero en ocasiones los procesos participativos se utilizan para delegar la responsabilidad de la dirección de una determinada área o política en la ciudadanía.
Dicho elemento puede ser verdaderamente útil cuando se articulan procesos de codecisión entre La Administración y la ciudadanía para temas concretos, incrementando la democratización en la toma de decisiones. Ejemplo de ello son las políticas de presupuestos participativos o las consultas públicas sobre alternativas de resignificación o renovación de espacios públicos. Sin embargo, este tipo de iniciativas deben de garantizar que la ciudadanía tiene un mismo grado de información y se debe garantizar un mínimo de participación para que dichas decisiones puedan considerarse relativamente representativas (en relación con el primer punto comentado).
Sin embargo, en aquellas políticas públicas de alta complejidad y con una alta necesidad de conocimiento técnico, la participación puede ser un instrumento útil en cuanto a la obtención de información, pero deben tenerse numerosas cuestiones adicionales en cuenta, así como la factibilidad y el impacto real de las políticas. Para ello, es ineludible la necesidad de centralizar las decisiones de manera que las políticas se articulen con el fin de alcanzar un horizonte concreto. Y todo el despliegue de las políticas públicas se realice en base a una planificación estratégica que asegure su eficiencia y amplíe su impacto social. En este caso, por tanto, la participación debe ser un proceso consultivo a tener en cuenta, pero la responsabilidad de las decisiones debe asumirse por parte de la persona u órgano competente que sea capaz de reunir toda la información y tomar las decisiones en consecuencia.
De lo contrario, en numerosas ocasiones las expectativas de las personas participantes se ven frustradas al haber creído que sus aportaciones serían llevadas a cabo y observar cómo, finalmente, en la implementación de las políticas sus propuestas pueden no estar presentes. Para todo ello, es importante informar en todo momento de los objetivos del proceso participativo, y que quien decida formar parte lo haga siendo consciente de cuál es el uso que se le piensa dar al mismo, así como comunicar y reportar finalmente la utilidad del mismo mediante una devolución de su aplicación práctica.
#4- Coordinación y aprovechamiento de los procesos participativos
Este auge de los procesos participativos ha provocado cierto hartazgo en determinados sectores de la ciudadanía, que ven cómo se les pide que participen en numerosas ocasiones, pero en muchas consideran que su esfuerzo no se ve reflejado su esfuerzo en políticas reales y materiales.
Dicha situación empeora notablemente debido a la falta de coordinación entre las Administraciones Públicas, que en muchas ocasiones solicitan participación ciudadana sin tener en cuenta procesos previos ni paralelos. Por ello es importante que los distintos niveles de la administración se coordinen y se unifiquen los procesos participativos, procurando la sostenibilidad de la participación ciudadana en el tiempo, y que estos sean satisfactorios para las personas que participen en ellos.
#5- Incorporación de la participación al seguimiento y la evaluación de las políticas públicas
Si bien, como ya se ha mencionado, la participación ha vivido un gran auge, este se circunscribe fundamentalmente a los procesos de diseño y planificación. Sin embargo, es tan importante e incluso más incorporar la participación tanto a los procesos de seguimiento como, especialmente, de evaluación.
De esta manera, por un lado, la ciudadanía podrá ver que su esfuerzo se materializa de una u otra manera, y además, podrá valorar el resultado final, satisfactorio o no, del esfuerzo invertido. Más allá de la importancia que ello tiene por sí mismo, es imprescindible impulsar las evaluaciones participativas que permitan conocer si de verdad el impacto de las políticas públicas es percibido, o no, por la ciudadanía. Pudiendo además de esta manera fomentar un proceso de mejora continua y una verdadera involucración social en todo el ciclo de acción de las políticas públicas.
#6- Gamificación y amabilización de los procesos participativos
Por último, tal y como se mencionaba anteriormente, para garantizar la sostenibilidad o incluso el impulso de la participación ciudadana es necesario poner el foco, no solamente el resultado final, sino también el propio proceso.
Para ello, es necesario aplicar metodologías que incluyan técnicas de gamificación y amabilización de los procesos participativos que faciliten la accesibilidad universal a los mismos a todos los niveles, y además, que ayuden a que las personas participantes disfruten la experiencia y la vivan de manera satisfactoria y atractiva. De esta manera, garantizaremos poder seguir contando con esta herramienta tan importante e incorporar a la ciudadanía en toda su diversidad, ampliando los procesos y su representatividad, y sin duda alguna, maximizando su impacto.
Si quieres impulsar un proceso participativo, en ARETÉ ACTIVA somos conscientes se necesita apoyo técnico en la dinamización del proceso que tenga en cuenta todos los elementos antes señalados
Si crees que podemos ser de ayuda, contáctanos a través del formulario web: https://www.arete-activa.com/formulario-administraciones/ O llámanos en el 948 199 613